Érase una vez, una niña que sonreía. Que escondía cosas que nadie veía. Éranse heridas tras las pupilas. Que sangraban invisibles como lagrimitas. Éranse dos cielos nocturnos al amanecer, reflejando la luz que no se ve aparecer. Érase la esperanza y el cinismo tomando juntos el té. Érase, al fin, una niña que jugaba sobre el alféizar de la ventana. Érase ella con sus canicas, y su muñeca de porcelana.
Esa muñeca de la foto me recuerda a Claudia de Entrevista con el Vampiro..
ResponderEliminarLas lágrimas son la sangre del alma. Perdida entre el dolor y la luminosidad de unos ojos que sonrien donando vida y resucitando ilusiones y sueños..