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miércoles, mayo 04, 2011

La inmortalidad

Lo enterraron, y cuando la lápida encajó en su nicho, él se liberó de la prisión de la materia y se convirtió en la tierra.
Se desparramó como energía su alma fuera de la caja, y se extendió por toda la naturaleza hacia su campo, se instaló en cada brizna de hierba silvestre, en cada flor amarilla, en cada olivo, en cada cabra que pacía. Impregnó con su esencia cada ser que crecía de la tierra, cada hogar, y cada persona que lo había amado.
Finalmente llegó a su casa, y surgió del suelo hacia los muros que han visto crecer tres generaciones tantas maravillas.
Recorrió cada habitación donde habían crecido sus hijos y sus nietos, donde había resuelto problemas del mundo y donde había reposado sus cansadas piernas de los largos viajes del alma, subió a las camas para vivir también donde nos contaba cuentos, y volvió a bajar hacia la cocinilla.
Al llegar, se vertió en cada cinta de casset, en cada CD, en cada libro que lo había cultivado y hecho mejor persona, se instaló en cada onza de tinta de cada palabra que había escrito en sus libretas y cuadernos, y en cada palabra que le habían dedicado.
Ahora vive en cada cosa que nos recuerda a él. Y por fin tiene la libertad que siempre vivió en su corazón, ahora es eterno, ahora es Málaga, Andalucía, y es el cielo con sus aviones y pájaros.
Lloraremos, porque estamos tristes. Pero pronto nos daremos cuenta de que jamás mueren las personas inmensas, y no hay nadie más grande que Alfonso, mi abuelo.
Entonces lo sentiremos presente en cada sonido de aves, y en cada brisa que huele a hierba, y ya no estaremos tristes nunca más.

(Sara C. Muñoz)

3 comentarios:

  1. Tus palabras crean una bonita imagen en la imaginación

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  2. Me encanta tu blog. A partir de ahora soy... ¡tu seguidor!.

    Descripción sublime...

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  3. quiero que alguna persona hable de mi como tu de tu abuelo, espero ser digno

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